Más allá de las fronteras
miércoles, 13 de marzo de 2013
EL VOLUNTARIO
Recientemente, he comenzado una labor voluntaria en la que, cada día que pasa, me gustaria involucrarme más, porque por primera vez en mucho tiempo siento que realizo una labor útil de ayuda a los demás.
Consiste en pasar una tarde con niños que viven en asentamientos a las afueras de la ciudad, casi todos de procedencia rumana, con los que debes intervenir como monitor de refuerzo escolar y realizar actividades con ellos que, en cierta forma, les ayude a adquirir unos hábitos y comprensión del mundo, alejados de aquellos que han aprendido en las circunstancias adversas vividas diariamente.
Cuando los recoges de los asentamientos, la ilusión está dibujada en sus caras; es una pequeña aventura fuera de la cárcel sin barrotes en la que han nacido. Entonces, descubres que no vas a poder cambiar las cosas que tendrás que devolverlos por la noche a su casa de chapa o plástico por la que entran las goteras en los dias de lluvia. Pero las horas en las que puedes enseñarle a hacer una suma o sacarle una sonrisa con algún simple juego merecen la pena.
Descubrir que una tarde de mi tiempo sirve para darles esperanza a unos niños es de lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo. Ojalá hubiera empezado antes.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
"YO NO SOY RACISTA....PERO"
Quizás una
de las expresiones más socorridas para un alto porcentaje de ciudadanos
autóctonos de este país. Si tuvieran que contestar una encuesta que analizara
el nivel de racismo y xenofobia de la sociedad, el resultado dejaría a nuestro
territorio como uno de los más tolerantes del planeta. Desgraciadamente, lo
único que vienen a mostrar estas palabras es la hipocresía del que la enuncia,
pretendiendo huir de una imagen, aún reprobable socialmente. A este tipo de
personas no les crea ningún tipo de mala conciencia ser racista, es parecerlo
lo que les preocupa.
Casos de
mayor o menor intensidad se pueden encontrar a diario. Recuerdo hace unos días,
como una usuaria de la sanidad pública se quejaba del aumento en la lista de
pacientes del médico que tenía asignado. Y no le dolían prendas, comentar a los
cuatro vientos que no le parecía normal que se atendiera a ecuatorianos,
africanos, chinos y a todo lo que pudiera salirse de su pequeñito mundo hispánico. Como no podía ser menos
terminó su alocución con un suave y condescendiente “que conste que yo no soy racista”. Después de quedarse a gusto
despachando con toda la inmigración, -achacándoles la responsabilidad de no ser
ella atendida con mayor celeridad-, pues cree que con esta expresión quedan
expiados sus pecados.
Aunque más
sonrojante es el caso de aquellos que ya de entrada dejan bien claro su posicionamiento
“yo no soy racista...” y a
continuación sueltan un “pero” que
pone los pelos de punta, porque uno intuye las sandeces que pueden salir por
esa boca. Poniéndole rostro, podemos encontrarnos con el padre o madre de
familia, que se encuentra con un yerno o nuera africanos y la primera opinión
expresada a su hij@ es “yo no soy racista, pero no quiero un negr@ en la
familia”, como si llevaran a su casa las mismas puertas del averno. Como es
posible negar lo evidente, cuando claramente, estás rechazando al alguien por
la pigmentación de su piel; que otra cosa puede ser sino racismo.
Cada día me
exaspera más escuchar esa cantinela, y más cuando provienen de tu entorno,
porque acabas enfrascado en una discusión en la que pides argumentos razonables
para sustentar una actitud intolerante hacia un determinado grupo humano, y
sólo recibes como respuestas lugares comunes y prejuicios de raíces profundas
sin esperanza d ser extirpados. Si además intentas mostrarle su error, quizás
producto del miedo y la ignorancia, acabas siendo tú el intolerante por
intentar imponer tus creencias. Tras un par de batallas dialécticas similares,
ya sea en tu entorno o en la cola de un supermercado, acabas entendiendo que
los cambios sólo pueden venir con el tiempo. En un futuro, el auge de la inmigración
traerá mestizaje y convivencia de culturas; y eso sólo puede significar que
este país y sus habitantes salgan de su caparazón y abran sus mentes.
viernes, 21 de diciembre de 2012
la crisis y su violenta repercusión
Voy a dejar
el enlace de un artículo muy interesante de María Antonia Sánchez Vallejo en su
blog http://blogs.elpais.com/ruinas-griegas/ . Gira en torno a las reflexiones de un conocido psiquiatra
alemán, Georg Pieper, que el octubre pasado quedó conmocionado tras la visita
en octubre al país heleno, y comprobar el estado ruinoso que estaba dejando una
profunda y larga crisis llena de recortes y ajustes varios.
Este señor
alerta sobre la más que probable entrada del país en un círculo de violencia
que podría romper el estado y desembocar en sus previsiones más pesimistas, en
una guerra civil. Hoy por hoy, ya nos encontramos con situaciones preocupantes
como el aumento de la fuerza neonazi Amanecer Dorado, que atemorizan a la
población con sus constantes ataques a inmigrantes, homosexuales, y todo aquel
que no comulgue con sus consignas. La visión del psiquiatra, desde luego, es
desoladora y no sólo por lo que concierne a Grecia, sino porque uno no puede
evitar identificarse con un probable escenario similar por estas latitudes.
Las crisis
son el caldo de cultivo de actitudes intolerantes y fascistas, pero también
pueden serlo de actitudes solidarias y de hermandad. Por eso, quisiera dejar
como reflexión optimista que, aun siendo las circunstancias económicas y
sociales promotoras de futuros escenarios desoladores, se puede modificar la
trayectoria de esta crisis, y los ciudadanos tienen la suficiente capacidad creativa
para formar las bases de un futuro más justo y en paz para tod@s.
martes, 18 de diciembre de 2012
EMIGRAR
Abandonar tu
país para encontrar un lugar donde poder vivir con el sudor de tu frente, se
está convirtiendo en el pan nuestro de
cada día. Casi un millón de personas desde comienzos del 2011 hasta nuestras
fechas, han emigrado y creo que esto es solo el principio. En próximos años,
dadas las circunstancias y las más que pesimistas previsiones sobre el
discurrir económico en España, la sangría de nacionales será aún mayor.
Emigrar no
es algo malo, cuando se hace desde la voluntariedad, cuando uno quiere explorar
otras posibilidades, ya que el mundo es muy amplio y las fronteras sólo están en
los mapas políticos. El malestar viene cuando uno se ve empujado a
desarraigarse de su entorno, de su familia porque el futuro en su tierra ya no
es tan claro. En ese contexto, cuesta un mundo hacer la maleta y despedirse con
un hasta luego o un adiós definitivo. Siempre hablando del inmigrante forzado
por las circunstancias, detrás de caso particular se esconde una triste
situación; desde el que deja a su cónyuge e hijos al que, aun siendo joven sin
haber formado aún un núcleo familiar, debe dejar hermano, padres, amigos y
empezar de nuevo en un lugar con diferente idioma y costumbres. No creo que sea
nada fácil, o si no preguntémosle a los
inmigrantes que conviven con nosotros y que pueden haber tenido una adaptación
incluso más dura.
Es posible
que mañana, yo sea el próximo en engrosar las estadísticas de los flujos migratorios;
la posibilidad la tengo más que asumida. Si aquí, los señores de la política y
las finanzas, se empeñan en ensombrecer el futuro no quiero ser uno más en el
camino hacia esos previsibles seis millones de hombres y mujeres que se les
niega su desarrollo profesional y personal. Como aún me queda un hueco de
esperanza, si mañana he de hacer el equipaje espero que solo sea por mi constante
afán de conocer mundo.
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